viernes, 28 de octubre de 2011

CUENTOS DE HALLOWEEN: "MICHELLE"


Sería bueno que leyeran este cuento con el fondo musical de Krzysztof Komeda.

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Matías fue subiendo las escaleras de madera quemada muy despacio para no hacer ese escalofriante ruido que siempre hacía al subir a la habitación principal. Él, traspirando y con cierto temor a lo desconocido, había regresado a su casa después de unos días de haber fallecido su hija en aquél desafortunado incendio. Hija a quien había dejado sola  esa noche para ir celebrar su cumpleaños con sus amigos y algunas de sus tantas mujerzuelas.

Michelle, su pequeña hija de seis años, era una niña linda, de cabello castaño y piel rosada, de aspecto muy suave y angelical. Era también una niña ensimismada, cohibida e insociable, aunque siempre, a pesar de su extraña personalidad, decía a su padre que quería una hermanita para poder jugar con ella a las muñecas.
Pero, ¿por qué regresó Matías a aquella casa que tan malos recuerdos le traía? Resulta que se encontraron varios sobres en la mesa de noche de Matías, medio quemados, que él nunca abrió, pero que Michelle había escrito para él cada vez que llegaba tarde. 

En estos sobres Michelle escribía sobre sus amigos imaginarios, sobre los hermanos que quería, sobre una familia feliz y sobre lo mucho que quería a su papá, pero lo que más le llamó la atención de todos esos sobres que leyó después del incendio, es que había uno que decía: “Hola papi. Voy a estar esperándote el día de tu cumpleaños tranquilita sobre tu cama para darte una gran sorpresa. No llegues muy tarde, por favor, ¿ya? Te quiero mucho, papi”. Había varios corazones dibujados alrededor de las palabras y un dibujo de su papá y de ella cogidos de la mano como había visto en una película anteriormente.

Matías, por algún motivo, pensó que podría encontrar el alma de su hija esa noche, pensó que tal vez desde el otro mundo podía darle esa sorpresa de la que le había escrito en esa carta, así que regresó a la casa que aún continuaba quemada con la esperanza de encontrar su alma, ya que el cuerpo de la pequeña había quedado hecho cenizas. 

Al llegar a la habitación carbonizada, abrió lo que quedaba de la puerta y entró. Miró por todas partes, tratando de buscar a su hija pero no la encontró. Resignado, con la mirada baja y a punto de llorar de decepción y de tristeza, Matías se dio media vuelta para salir de la casa que tanto dolor le producía, y al abrir la puerta nuevamente para salir, un pedazo de la puerta cayó al suelo. No era madera precisamente, era un sobre quemado por los bordes y por un lado. Matías lo miró espeluznado, cerró los ojos y luego de tragar un poco de saliva, lo recogió del suelo muy despacio. Ya en sus manos, alcanzó a leer en el sobre: “Feliz Cumpleaños, Papi”. Tenía, como siempre, corazones dibujados en toda la carta, corazones carbonizados. Matías abrió el sobre intrigado y triste. En la carta decía: “Ay papi. Volviste a llegar tarde”.

David J. Díaz.

4 comentarios:

  1. Ese papá tardón!! jajaja Buena mi estimado! Ya sé que eres todo un esritor tbn, un abrazo! :)

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  2. a ti te apesta la vida no amix :D? esta bien la historia amiito
    PD: que viva el clitoris

    Fernando.

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